viernes, 27 de julio de 2007

GRANDE FONTANARROSA


La dignidad y el afecto que rodeo la muerte del Negro Fontanarrosa me dejo pensando.
Cuando estudiaba antropología filosófica la reflexionar sobre la muerte afirmábamos que la muerte definía la vida, lo que uno creía sobre ella definía como vivíamos: si había una vida eterna y había que ser buenos, si la vida era eterna, si solo era este tiempo y se convertía en "un relámpago en medio de la oscuridad" como para el existencialismo.
Sin querer la vida y la muerte se fue mezclando en mi historia. Mis viejos grandes me hicieron crecer entre gente mayor, con la consabida tensión que todo es frágil y puede dejar de existir en cualquier momento.
Que una abuela, que un tío, que pronto mis viejos... bah pronto, cuando es correcta la muerte de un ser querido, aun con 150 años?
Este me llevo a pensar ¡que lindo morir como el Negro!.
Se que suena extraño, pero ese afecto, el respeto, frente a la previsión de una enfermedad de mierda, la dignidad con la que sobrellevo este transe, la ternura en el recuerdo del presonaje.
Así estuve varios días hasta que ahora viendo un reportaje que le hicieron en el 2004, recordé lo de "uno muere como vive".
No porque uno se merezca la muerte que le toca, que muchas veces es muy injusta, con sufrimientos chotos, sino porque lo que supera la muerte es la vida.
Uno recuerda de la gente lo que vivió, como vivió, lo que transmitió, esa alegría no muere. La actitud, los valores, el afecto, la buena leche que uno transmite en la vida, lo que da y recibe, eso trasciende y es lo que queda.

es cierto que se vuelve melancolía en el recuerdo, pero era eso lo que valore del Negro no su muerte, sino su vida. Esa alegría de recordar a alguien como popular, inteligente, amigo, esencialmente buen tipo.

uno no desea una muerte, sino una vida y el desafio es realizarla... dentro de lo que se puede

Que lo pario!!!