Cartoneros de Angely Martinez
Cartoneros, caballos, marginalidad y Estado
El
intempestivo anuncio de la supresión de la tracción a sangre en la
ciudad realizado el 1 de julio de este año por la municipalidad de
Bahía Blanca sacó nuevamente a la luz que más de 500 familias
viven del cartoneo, en los márgenes de la ciudad, en viviendas
precarias, con niveles de salud y educación bajos y sin empleo
digno.
Esto
surgió por el justo reclamo de eliminar el uso de caballos en la
tracción de carros con los que colectan estas familias su sustento
diario.
La
complejidad del tema hace que las respuestas no puedan ser unívocas
ni los plazos demasiado acotados; la necesidad de reemplazar el uso
de caballos debe estar vinculada plenamente con la capacidad de estas
familias de trabajar y procurarse su sustento.
Desde
el último intento de mejorar la situación de los recolectores
informales, la implementación de las experiencias cooperativas y
asociativas de organización, la inversión que se realizó desde el
estado, los intentos de separación en origen que han quedado
truncos, dejan enseñanzas que no se pueden desoír y es necesario
analizar.
A
diferencia de ese momento hoy la recolección de residuos está a
cargo de la Sapem Ambiental, sociedad anónima de mayoría estatal,
lo que significa que existe pleno control sobre los costos,
inversiones, maquinarias, personal y tareas, posibilitando mayor
intervención en dichas tareas.
Las
experiencias organizadas de recolección informal tienen tres
espacios físicos.
Dos
grupos trabajan en el relleno sanitario desde el 2000 separando
residuos y sacando de allí su sustento diario, lo hacen de manera
autónoma, con alguna infraestructura que los asiste, pero
básicamente a través de su propia organización, sin subsidios ni
asistencias.
Una
cooperativa que nuclea diez trabajadores viene realizando tareas de
separación y venta de lo reciclado. Desde el estado municipal se ha
anunciado que la asistencia mensual es de unos $ 50.000, consistente
en el alquiler de un galpón, contenedores, el traslado desde la
Sapem Ambiental de un camión diario proveniente del barrio Palihue,
basura que no les llega separada en origen. Los miembros de la
cooperativa cobran aproximadamente $ 1.500 de la venta de lo
trabajado. Muchos realizaron cuentas respecto a lo invertido y lo que
finalmente llega a los trabajadores. Se podría utilizar un espacio
municipal sin costo, podrían llegar residuos separados en origen, el
nivel y la forma de intervención estatal podría ser distinto.
La
Ecoplanta que se encuentra en etapa de ampliación posee un rico
historial de trabajo, con maquinaria acorde a las tareas de
separación, habiendo sido ejemplo en el momento de su creación.
Por
otro lado en varios barrios muchas familias viven de la recolección
informal: Noroeste, Caracol, Spur, Villa Esperanza, Stella Maris y 9
de Noviembre.
Estas
familias poseen necesidades habitacionales, bajos niveles de
educación, problemas de salud, en muchos casos crónicos, hace años
que no poseen una relación laboral con horarios, asistencia,
relación de dependencia: han quedados marginados del trabajo formal.
El
planteo realizado de la imposibilidad de utilizar caballos en un
plazo de 30 días, no es acompañado por propuestas claras de
solución, se observan cambios e improvisaciones sobre la marcha.
De
eliminar la tracción a sangre, lo restringen solamente al centro,
pasando a la justificación del tránsito. Ya se les está
impidiendo su normal tarea, por lo que el nivel de necesidad aumenta
día a día. Es en el sector centro donde encuentran el mayor aporte
de materia prima en cantidad y calidad el mismo y por otro lado
también la comida en muchos de los casos, según nos explicaron.
A
esta situación compleja y que afecta la calidad de subsistencia de
estas más de 500 familias se le suma la falta de resolución
política del problema.
Primero,
generaron preocupación en los vecinos al establecer urgencia en la
fecha de prohibición, sin diálogo previo, sin un diagnóstico
claro, sin trabajo barrial, y cuando los vecinos se movilizan y
reclaman, ven agitadores detrás de este reclamo justo, como ya lo
hicieron en Villa Delfina, y en en tantas otras situaciones.
Se
me ocurre que se imaginan que personas que vivieron marginadas,
excluidas, rebuscándoselas durante tantos años, no pueden
organizarse por sí mismas. Ni se les ocurre pensar que lo lógico
sería que el Estado fuera el que asistiese para mejorar la calidad
de vida de estas familias.
Por
eso ven agitadores, intereses espúreos, externos, políticos, que
intervienen para perjudicar a la gestión de gobierno, algo así como
desestabilizadores.
Les
parece ilógico que frente a la pérdida de la única posibilidad
laboral que han desarrollado, que significa el sustento de sus
familias, decidan protestar, hacer sentir su reclamo, marchando al
mismo lugar donde reclaman los docentes, los comerciantes o cuando
hay problemas por el agua o una injusticia sin resolver o el día del
trabajador o alguna conmemoración por los derechos humanos.
Si
se dan algún tipo de organización, debe ser ajena.
En
lugar de buscar agitadores es indispensable generar una mesa donde
estén todos los actores intervinientes, los propios cartoneros con
una organización propia, las estructuras municipales medio
ambientales, de desarrollo social, de empleo, de salud, la Sapem
Ambiental, los Ong's que vienen trabajando con el sector, y las redes
barriales.
Las
propuestas deben contemplar plazos y objetivos, momentos de
evaluación de lo logrado. Mejorar las condiciones de vida de estas
más de 500 familias y sus barrios es un gran objetivo comunitario,
es reconocer su dignidad, la vulnerabilidad con la que viven y en la
que están inmersos con sus hijos.
Es
imposible atarlo a parámetros de tránsito, de tiempos acotados,
donde una sola familia quedase sin su posibilidad laboral y de
procurarse sus propios recursos sería una injusticia grave.