sábado, 8 de marzo de 2008

¿Como no vamos a estar de acuerdo?



Con motivo de la apertura de las sesiones ordinarias se dirigió a la Asamblea la Sra. Presidenta y genero un debate sobre el contenido de su discurso.
Que el país cuente con una presidenta que en uso de sus facultades inicie un periodo de sesiones, al comienzo de su mandato de cuatro años, haciendo su interpretación de lo logrado y sus propuestas de los desafíos a enfrentar es algo que solo sucedió 6 veces desde el regreso de la democracia y creo que no debemos tomarlo como algo sin importancia a 22 días de un nuevo aniversario de la última dictadura militar.
Más allá de las formas, el contenido del discurso dejo puntos con los que es imposible no coincidir y otros para disentir.
Objetivos como lograr un índice de desocupación de 5%, un indice de pobreza de un dígito, 100 % de agua potable y un 80% de servicios cloacales para todos los argentinos, la recuperación de los ferrocarriles, la superación de la crisis energética, la articulación con los países latinoamericanos, la mayor autonomía universitaria, mejorasen salud y educación, el apoyo al desarrollo de ciencia y tecnología. Todos estos anuncios en el marco del advenimiento del bicentenario y en la propuesta de acuerdos nacionales.
Pero estos puntos que analizados dentro del discurso suenan interesantes y deseables, son contrastables con la realidad y lo que se evito decir.
Las inversiones priorizadas hasta hoy, en la que el tren bala puede ser un ejemplo, o el Estadio proyectado en nuestra ciudad, o algunos de los contratos firmados por Enarsa, o la renegociación de los contratos petroleros, o la compra de Eusnaki de un porcentaje de YPF (que a un mes de realizada fue cubierta en un 70 por ciento por un reintegro pendiente desde el 2006 de 210 millones de dólares), son ejemplos de como se prioriza hasta hoy estos puntos anunciados y los cambios que son necesarios realizar para que las palabras coincidan con la realidad.
Hablar de acuerdos entre los distintos actores sociales es imposible con provincias dependiendo de los fondos nacionales, con falta de transparencia en la entrega de subsidios, sin discutir la coparticipación, con un ejercicio hegemónico de la construcción política, atacando a la oposición, cooptando dirigentes, sin dialogo entre los partidos, sin personería para la CTA.
Aspectos estratégicos como los ferrocarriles, donde se prioriza una inversión de 3200 millones de dólares para un tren bala, y se crean dos empresas bajo la orbita de De Vido o el aspecto energético, continuando con la política petrolera en manos de empresas extranjeras, que desabastecen al mercado interno y ponen en riesgo las reservas, extendiendo sus contratos y pidiendo beneficios extras para realizar exploraciones, donde Enarsa parece un espacio destinado a importar más que producir, con dudosa transparencia sobre sus gestiones.
Algunas menciones como las de seguridad o de la soberanía de Malvinas también contrastan con la realidad. Tanto las fuerzas de seguridad como la justicia no son espacios ajenos a la acción del ejecutivo, quien con sus mayorías automáticas en las cámaras y los organismos de control que están bajo su orbita deben intervenir más allá del discurso.
Lo de Malvinas merece un párrafo aparte, lo que se reclama es que puedan viajar a inaugurar un monumento en el que el estado nacional no participo, en el marco de muchas deudas pendientes con los excombatientes, en lo que respecta a seguridad social, vivienda y empleo.
Que se tenga como objetivo disminuir la deserción y que los adultos que no terminaron su secundario puedan lograrlo contrasta con un reclamo a los gremios docentes que son, para la Presidenta, el único obstáculo enunciado para que la educación mejore en el país.
Cabe preguntarse si los logros salariales se hubieran dado sin los días de paro, si en este debate es posible que este ausente la memoria de Carlos Fuentealba como testimonio de un reclamo docente sobre el mejoramiento de la educación y el nivel de compromiso de los maestros, que excede el reconocimiento salarial, también tiene que ver con la infraestructura escolar, con los ingresos de las familias que contienen a los alumnos de dichas escuelas, con los índices altísimos de deserción que contrarían lo enunciado en la ley de educación que promulga la obligatoriedad de la educación.
No hablar de la inflación y el rol del Indec, y analizar la crisis energética en el marco de la crisis mundial, distribuyendo la responsabilidad del ejecutivo, en contradicción de arrogarse el crecimiento económico sin reconocer el crecimiento regional en base a las subas en los productos primarios, es otro ejemplo a tener en cuenta.
La inflación impacta especialmente en las familias de menores ingresos, las prácticas especulativas, los tipos y el destino de las retenciones, la política de exportación por sobre le mercado interno, son contrarios al objetivo de mejorar la situación de los millones de argentinos que se encuentran en la pobreza.

No se trata de buscar las excusas para afirmar la postura opositora, sino de contrastar una visión sobre la realidad y las metodologías para realizar el cumplimiento de los objetivos.
Los acuerdos propuestos deben ser ratificados en el dialogo y la construcción conjunta, salvando los roles de oficialismo y oposición, respetando los espacios institucionales de debate, y la necesidad del control por parte de la oposición.
Sin intereses mezquinos de especulación política se debe generar acuerdos, pero en el marco de independencia de poderes y autonomía partidaria. Los debates necesarios deben confluir en políticas de Estado que luego se deberán respetar en las sucesivas administraciones, permitiendo construir un modelo de país, inclusivo, abierto, con justicia y equidad para todos.