La muerte nos sorprende, nos interpela
cada vez que sucede.
Porque es una persona mayor y nos
recuerda que es el destino final, porque es alguien joven y se nos
muestra mas cercana, porque es en un accidente y nos demuestra que es
sorpresiva, que esta al acecho, porque sucede después de mucho tiempo
de enfermedad y aparece con su inevitabilidad.
Como un cierre, un final, lo que
enmarca la vida. Por eso como citan muchos cada muerte es un poco
nuestra. La de todos los vivos.
El repaso que se hace por la vida de la
persona que falleció no siempre es igual. La vida los define, no la
muerte que nos iguala, es la vida que nos diferencia como decidimos o
pudimos vivir. Esa lucha por generar nuestro propio devenir.
Hay cosas que no decidimos, donde
nacemos, de quien, con que base económica, con que características
físicas, en que momento histórico. Pero con todo eso y a pesar de
nuestras limitaciones decidimos, vivimos, nos apasionamos, amamos,
peleamos, laburamos, en parte como queremos, en parte como podemos.
Pensar la vida como contracara de la
muerte no parece siempre lógico. Viviendo vamos muriendo, pero
viviendo resistimos a la muerte, nos hacemos inmortales en ese
momento. Así somos: inmortales por un tiempo, tiempo que no
decidimos, que no prevemos.
Creo que a la muerte hay que mirarla a
la cara, en cada persona que queremos, que tenemos cerca y se muere.
Esto nos permite redefinir que queremos hacer con lo que si podemos
hoy que es la vida.
Estamos vivos, mucha de la gente que
queremos lo esta, es el momento de decidir cosas, de construir lo que
deseamos, de buscarle la vuelta al sentido de la vida.
Mucho tiempo se planteo que el sentido
estaba en el después, en ser buenos y hacer las cosas bien para poder
vivir después, el cielo prometido, la vida eterna. Hoy se plantea
vivir el presente porque después no se sabe que pasa, pero también es
tratar de vivir bien. Sin peleas al pedo, sobreviviendo a la tragedia
que implica que morimos y que los que amamos también morirán.
La muerte esta ahí, imponiéndose
terminal, definitiva, imprevisible, pero hoy estamos vivos.
Embarazoso panegírico de la muerte
Mario Benedetti
La
periodista me preguntó
si yo creía en el más allá
y le dije que no
entonces me preguntó
si eso no me angustiaba
y le dije que sí
si yo creía en el más allá
y le dije que no
entonces me preguntó
si eso no me angustiaba
y le dije que sí
pero
también es cierto
que a veces la vida
provoca más angustias
que la muerte
que a veces la vida
provoca más angustias
que la muerte
porque
las vejaciones
o simplemente los caprichos
nos van colocando en compartimientos
estancos
o simplemente los caprichos
nos van colocando en compartimientos
estancos
nos
separan los odios
las discriminaciones
las cuentas bancarias
el color de la piel
la afirmación o el rechazo de dios
las discriminaciones
las cuentas bancarias
el color de la piel
la afirmación o el rechazo de dios
en
cambio la muerte
no hace distingos
nos mete a todos en el mismo saco
ricos y pobres
súbditos y reyes
miserables y poderosos
indios y caras pálidas
ibéricos y sudacas
feligreses y agnósticos
no hace distingos
nos mete a todos en el mismo saco
ricos y pobres
súbditos y reyes
miserables y poderosos
indios y caras pálidas
ibéricos y sudacas
feligreses y agnósticos
reconozcamos
que la muerte hace siempre
una justa distribución de la nada
sin plusvalías ni ofertas ni demandas
igualitaria y ecuánime
atiende a cada gusanito
según sus necesidades
una justa distribución de la nada
sin plusvalías ni ofertas ni demandas
igualitaria y ecuánime
atiende a cada gusanito
según sus necesidades
neutra
y equitativa
acoge con igual disposición y celo
a los cadáveres suntuosos de extrama derecha
que a los interfectos de extrema necesidad
acoge con igual disposición y celo
a los cadáveres suntuosos de extrama derecha
que a los interfectos de extrema necesidad
la
muerte es ecléctica pluralista social
distributiva insobornable
distributiva insobornable
y
lo seguirá siendo
a menos que a alguien
se le ocurra
privatizarla
a menos que a alguien
se le ocurra
privatizarla