Los grandes ideales sociales y políticos se sostienen en base
a un gran compromiso ético. La corrupción es antipopular.
Las democracias son hipócritas si una minoría dueña del poder real decide por sobre las mayorías populares.
Cuando se exponen ideas y se acciona contra el
aprovechamiento de los dueños del capital por sobre inmensas mayorías de trabajadores,
el poder real se reciente, se enoja, se defiende.
Ese poder real se conquistó en base a ventajas, prebendas, un
sistema injusto por el que el más débil debe cambiar su tiempo para que quien tiene
el capital gane con su trabajo. No es nuevo. Es injusto, asimétrico, violento.
Que un 1 % más rico tenga lo mismo que el 99% mundial es
injusto. El hambre tiene allí su principal imagen de injusticia que explica
porque un planeta con recursos para todos es explotado y aprovechado por una
minoría inmoral e inescrupulosa sumergiendo al resto en una pelea por
sobrevivir.
Continentes enteros pelean por sobrevivir mientras otros
viven en un lujo que se vuelve insultante, esto en un mundo que produce lo
suficiente para el triple de sus habitantes.
Durante los 60 se explicaba que las diferencias entre los
países tenía su origen en distintos desarrollos, como si fuera una cuestión de
inversión y tiempo. Pero 50 años después vemos como los que más tienen se
alejan día a día de los q menos tienen, como la concentración de la riqueza
crece brutalmente.
En ese desarrollismo se justificaban las asimetrías en la
falta de industrialización y de educación como la raíz de las diferencias. Era
la corrupción de sus clases políticas lo que explicaba que no se pudiera
revertir esta situación. Hoy se ve claramente que es la lógica del mercado y el
capital la que lleva a una concentración cada día mayor en manos de una minoría
cada vez más rica.
Esta práctica no es nueva. Entronca con la colonia, el
virreinato, el contrabando, las aduanas, la distribución de la tierra en los orígenes
de nuestro país, las dictaduras, las privatizaciones, la patria contratista,
los planes económicos a medida del poder, en favor de una minoría para
facilitar sus negocios, la corrupción y persecución de los sindicatos, los
desaparecidos, la represión.
La corrupción atraviesa todas nuestras organizaciones,
sindicales, eclesiales, políticas, deportivas, fuerzas armadas, fuerzas de
seguridad, universidades, los medios de comunicación. Sobran ejemplos.
En nuestro país existió y existe lo que se ha dado en
denominar patria contratista, empresas que viven de venderle al estado, con
sobreprecios, aceitando los mecanismos de pago por medio de retornos y prebendas
corruptas. Muchos de los empresarios que se horrorizan de la corrupción han
visto crecer sus empresas y sus riquezas en base a estos mecanismos.
La generalización no diluye responsabilidades. Que lo hagan
todos no significa que quien lo haga tiene menos responsabilidad, que no está
robando, que es correcto.
Existen funcionarios corruptos y existen empresarios
corruptores.
Los mecanismos burocráticos que se suponen controladores de
estas prácticas son muchas veces quienes la fomentan. Están los que cobran
rápido y con sobreprecios y quienes se funden por no cobrar y tener que iniciar
juicios contra el estado para que les liquiden por sus trabajos.
Las licitaciones en muchos casos son apariencia de
competencia entre empresas que están asociadas o entre quienes saben que pueden
ganar por precio pero que esto no alcanza ya que solo cobraran los socios del
poder.
La financiación de la política no es ajena a este problema. ¿Como
se financian campañas millonarias sin el aporte de estas empresas? como
devolución de favores o a cuenta de favores futuros.
Entender la corrupción como la forma de hacer caja para poder
hacer política es habitual. Se logra al colocar funcionarios propios y así
recibir parte del pago que estos reciben por sus funciones públicas o con
empresarios que se asocian en búsqueda de poder para sus negocios.
El roba pero hace es un mal que no solo toca a las clases
dirigentes sino también a los ciudadanos. Menem era un presidente al que no se
le critico la corrupción millonaria hasta que la crisis económica toco los
bolsillos de los ciudadanos.
La corrupción se vuelve un tema cuando hay crisis económica,
no antes. Mientras el dólar es barato, el poder adquisitivo es bueno, aun con
altos índices de pobreza o de desempleo no repercute en lo electoral.
No forma parte de la exigencia moral de nuestro país. Quizá
esto entronque con ese discurso de la viveza criolla o la naturalización del
desprestigio de las clases dirigentes que supone que quienes ocupan esos
puestos roban y es natural que así sea.
En los procesos de avance de derechos, de búsqueda de más
equidad, de disminución de las injusticias por la cual unos tienen millones de
millones y cada vez más, y otros pelean por sobrevivir y poder criar dignamente
a sus hijos la exigencia de ética es mayor.
Un hecho de corrupción pone en riesgo muchos de los logros y
el sentido de la pelea. Si se lucha para que haya más justicia y que la persona
esté por encima del dinero, quien roba es una fisura del trabajo que contradice
estos objetivos.
Que alguien robe no invalida a todos quienes trabajan
honradamente por un proyecto. Pero a cuenta de los riesgos que implica
confrontar con el poder real los niveles de exigencia a los militantes de estos
procesos debe ser el más alto. Nadie puede mirar para otro lado si un compañero
vive de una manera que no es acorde a sus ingresos.
También es cierto y no se puede soslayar la hipocresía de
quienes se rasgan las vestiduras y acusan a los corruptos parados sobre
riquezas logradas en base al negreo, el pago de coimas, el vaciamiento de
empresas y las prebendas de cercanía al poder dictatorial.
La aparición de las cuentas en el exterior en un país con 400
mil millones de dólares fugados, de parte obviamente de quienes mas ganaron y
se enriquecieron, muchos de los que hoy gobiernan el país y los socios para
quienes toman las medidas económicas, horrorizados por la corrupción es un
canto a la hipocresía.
Los Panama Papers son una muestra de los sistemas que tienen
el capitalismo para evadir las cargas tributarias que buscan generar aunque sea
un mínimo de equidad en la participación en la riqueza.
El blanqueo de capitales para quienes evadieron o no pueden
justificar el origen de su dinero, planteado por un estado que se hace cómplice
de este funcionamiento.
Se rasgan las vestiduras por cómo está el país, pero evaden
negrean, vacían, especulan, coimean. Pero esto no se discute porque se naturaliza.
Tanto se naturaliza que une en un discurso y una crítica a
quienes corrompen con los que sufren esa corrupción, quienes pagaron las coimas
con quienes no recibieron los servicios de parte del estado por la corrupción,
quienes forman parte del dúo corruptor corrupto y quienes no reciben salud, educación,
justicia, vivienda, trabajo.
Frente a este capitalismo, que siempre es salvaje, nunca
serio, nunca responsable, cuya lógica es solo la ganancia a cualquier precio,
por sobre las personas, por sobre la vida.
El desafío es que los movimientos populares sean sensibles y
exigentes en sus propias practicas a los mecanismos de transparencia y control,
que la corrupción sea un peligro que puede invalidar parte de sus logros, que
el compromiso con los que menos tienen parta de sus dirigentes y funcionarios
en una justificación de su patrimonio. No se puede servir al pueblo y al
dinero.
Los cambios solo pueden venir producto de recorrer otros
caminos con altas exigencias éticas.