Cuando le pedi a Marita que consulte a Celia para hacer un más que merecido reconocimiento a las Madres y ella contestó que no quería nada
individual, que Madres eran todas, que más adelante; me quedé con la sensación
que era una injusticia. Más allá de lo
noble y correcto que era su negativa, por su coherencia y su constante
compromiso, Celia se merecía recibir este reconocimiento como símbolo de las
Madres bahienses.
Siempre compartió las marchas y actividades, eso nos
comentaban los que marchaban antes que nosotros. Celia siempre está. Llegaba
caminando, sacaba su pañuelo de la cartera y se lo colocaba. Charlaba con
todos, marchaba, participaba de cada reunión y avisaba cuando no podía ir.
Fue ella quien nos llevó a Eduardo. Hace algunos años Luis y
Vanina hicieron un video con su historia, donde ella da un fuerte testimonio de
su búsqueda constante de memoria, verdad y justicia.
Este sábado en Bernasconi, donde nació Eduardo, se le brindó
un homenaje que incluyó un mural, un video donde testimoniaron vecinos del
pueblo que compartieron su infancia, palabras de sus hermanas, sus compañeros
de secundario en Bahía, quienes también plantaron un árbol en la plazoleta
donde se encuentra el mural, y autoridades de DDHH. También se colocó una Huella
de la Memoria con su nombre y la fecha de su nacimiento y de su desaparición.
Todos los testimonios coincidieron en la calidez,
inteligencia y compromiso social de Eduardo.
El mural posee parte de esta síntesis, desde un dibujo de
Eduardo joven y alegre pasa a una mano que ejecuta el piano, un piano cuyas
teclas se comienzan a separar forman un dado que culmina en un pañuelo blanco.
Ese reconocimiento del pueblo de Bernasconi a un vecino
desaparecido en la más cruenta dictadura que sufrió nuestro país, el repaso por
su vida a través de su familia, sus vecinos, sus compañeros, el sostener su memoria;
se fue convirtiendo en un reconocimiento a Celia, a su coherencia, compromiso,
constancia y entrega.
En lo personal, me emocionaron especialmente dos momentos:
cuando se plantaba el árbol, con todas las personas formando un círculo, ver a
Celia tirando un manojo de tierra. Y luego cuando repasaba la simbología del
mural dialogando, apoyada en Marita.
El repaso de una vida de compromiso y militancia truncada
por el terror de estado, la memoria de un pueblo y de todos los que
compartieron con Eduardo algún momento de su vida, vuelve a subrayar la clara
conciencia que la mejor manera de honrar su existencia y la de cada
desaparecido es sostener su presencia.
En la cantidad de los comentarios, fotos y publicaciones de las
distintas personas que viajamos para acompañar a Celia queda demostrado el
afecto que cosecho en todos estos años y la emoción de todos los que
participamos de este encuentro.
Muchos abrazos para Celia, por su entrega, su lucha, su
constancia y coherencia que hoy logro que se recuerde a Eduardo. Vemos en ella
un ejemplo a seguir.
Memoria, Verdad y Justicia.
Eduardo Korsunsky Presente