domingo, 25 de septiembre de 2016

Celia y Eduardo




Cuando le pedi a Marita que consulte a Celia para hacer un más que merecido reconocimiento a las Madres y ella contestó que no quería nada individual, que Madres eran todas, que más adelante; me quedé con la sensación que era una injusticia.  Más allá de lo noble y correcto que era su negativa, por su coherencia y su constante compromiso, Celia se merecía recibir este reconocimiento como símbolo de las Madres bahienses.
Siempre compartió las marchas y actividades, eso nos comentaban los que marchaban antes que nosotros. Celia siempre está. Llegaba caminando, sacaba su pañuelo de la cartera y se lo colocaba. Charlaba con todos, marchaba, participaba de cada reunión y avisaba cuando no podía ir.
Fue ella quien nos llevó a Eduardo. Hace algunos años Luis y Vanina hicieron un video con su historia, donde ella da un fuerte testimonio de su búsqueda constante de memoria, verdad y justicia.
Este sábado en Bernasconi, donde nació Eduardo, se le brindó un homenaje que incluyó un mural, un video donde testimoniaron vecinos del pueblo que compartieron su infancia, palabras de sus hermanas, sus compañeros de secundario en Bahía, quienes también plantaron un árbol en la plazoleta donde se encuentra el mural, y autoridades de DDHH. También se colocó una Huella de la Memoria con su nombre y la fecha de su nacimiento y de su desaparición.
Todos los testimonios coincidieron en la calidez, inteligencia y compromiso social de Eduardo.
El mural posee parte de esta síntesis, desde un dibujo de Eduardo joven y alegre pasa a una mano que ejecuta el piano, un piano cuyas teclas se comienzan a separar forman un dado que culmina en un pañuelo blanco.
Ese reconocimiento del pueblo de Bernasconi a un vecino desaparecido en la más cruenta dictadura que sufrió nuestro país, el repaso por su vida a través de su familia, sus vecinos, sus compañeros, el sostener su memoria; se fue convirtiendo en un reconocimiento a Celia, a su coherencia, compromiso, constancia y entrega.
En lo personal, me emocionaron especialmente dos momentos: cuando se plantaba el árbol, con todas las personas formando un círculo, ver a Celia tirando un manojo de tierra. Y luego cuando repasaba la simbología del mural dialogando, apoyada en Marita.
El repaso de una vida de compromiso y militancia truncada por el terror de estado, la memoria de un pueblo y de todos los que compartieron con Eduardo algún momento de su vida, vuelve a subrayar la clara conciencia que la mejor manera de honrar su existencia y la de cada desaparecido es sostener su presencia.
En la cantidad de los comentarios, fotos y publicaciones de las distintas personas que viajamos para acompañar a Celia queda demostrado el afecto que cosecho en todos estos años y la emoción de todos los que participamos de este encuentro.
Muchos abrazos para Celia, por su entrega, su lucha, su constancia y coherencia que hoy logro que se recuerde a Eduardo. Vemos en ella un ejemplo a seguir.

Memoria, Verdad y Justicia.


Eduardo Korsunsky Presente